El umbral de los Uboldi
nos
esperaba en las siestas,
algún
acorde en guitarra
e
ilusiones de poetas,
confidencias
entre amigos
la
alegría y la tristeza.
Futbol,
honderas, bolitas…
Y
esa niña que pasaba
atrayendo
las miradas
con
asombro hacia las flores
despiertas
de su solera.
Cuánto
vale la nostalgia…
es
como un arma secreta
para
enfrentar la ataraxia
al
final de nuestras metas.
Amigos, yo los recuerdo
con
el cariño de siempre.
Tal
vez el umbral de Uboldi
nos
cite para un encuentro
y
ha de asombrase algún niño
al
ver jugar a unos viejos
con
la añoranza de un tiempo
que
ha quedado ya muy lejos.