Hay un mundo feliz
donde el juguete en la vidrierase dispone a las manos de quien sueña.
En mi sueño, elegí una muñeca muy esbelta,
era madre,
de una tersura nácar en sus senos
y manos alargadas,
de sus delgados dedos soñaba yo caricias
ilusión de un romance verdadero
al cual todas las noches
pausaba la persiana,
se apagaban las luces
y el romance moría
hasta la otra mañana.
Pero un día, que yo no imaginaba,
la muñeca no estaba en la vidriera,
me di cuenta que ella no me soñaba,
eligió ir en brazos de alguien
que con otros recursos la mimara.
Me quedé sorprendido,
yo pensé que me amaba…
Desde el local una joven miraba
y por mí, un dejo de tristeza en sus ojos llevaba.
tal vez, quería advertirme
que sólo era un juguete esa muñeca
sin corazón, sin alma
y que a mi, en la ilusión,
también en un juguete transformaba.