su inseparable compañero: JUAN UVA
Y yo que soy
Juan Uva
de la piel
agrietada por agudos inviernos
y quemadas mi
cara y mis manos
por las jornadas
largas
de verano en
cosechas,
sólo llevo un
morral con las migajas
que deja la
avaricia,
no alcanza mi
sustento merecido,
(según criterio
del patrón).
Desconozco
alegrías, libertad y justicia
ando sí, con mi
cuerpo gastado
sufriendo los
azotes del desprecio.
Pero tengo mis
sueños,
tengo mis
esperanzas de vivir otro tiempo,
no celestial,
terreno
y llegará ese
tiempo…
cuando comprenda
el hombre
que sólo la
gimnasia del amor
es la riqueza en
que ha de trascender,
único privilegio
evolutivo
que heredará su
especie.
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