Son las manos más toscas
a veces, las más tiernas
y las manos más suaves
a veces, más acerbas;
pero todas las manos,
las manos de los hombres,
en término genérico,
han formado la historia
de todos los milenios.
Dueñas de los flagelos,
también de los aciertos,
ellas son herramientas,
señales, instrumentos,
son cajas de sonido,
contadores y cuencos,
son las tiernas caricias
y son golpes violentos.
Entonces resumiendo:
son las ejecutantes
de la acción en el tiempo
que marca la presencia
material, en silencio,
de culturas lejanas,
de artistas de otros tiempos.
Mas son las postergadas
manos de los obreros
las que
siguen presentes,
agrietadas en fríos
de los duros inviernos.
Manos de la esperanza
y del amor eterno,
las manos del trabajo,
del dolor, del desprecio
que no saben de dicha
igual que sus ancestros.
Cómo me gustaría
que esas humildes manos
conocieran su fuerza
y le dijeran basta
a toda la tristeza,
que cayeran un día
inútiles o quietas
demostrándole al mundo
que toda la riqueza,
ha sido concebida
a costa del empeño
de grandes poblaciones
mansas y circunspectas.
Cómo me gustaría
que en el nuevo milenio
la imposición no acepten,
se entrelacen y luchen,
dignifiquen su meta
y enfrenten la tormenta
para que en el reparto
no todo sea miseria.
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