que intentan ser poesías...
Yo no fui
trotamundos, ni mundano,
no conocí países
más que el mío,
no navegué en
cruceros,
ni he volado en aviones.
Soy el hombre de
un pueblo al que regreso
en las cuatro
estaciones
y no llevo conmigo
un solo objeto de oro.
Al igual que mis
pares
no he logrado ser
libre,
sin embargo, he
compartido el tiempo
con hombres y
mujeres de libres concepciones
y he heredado la
llave de los mejores sueños:
He amado las
mujeres más tiernas y más bellas,
imaginando que
ellas, soñaban con un hombre
leyéndole poesías
en voz alta.
He aprendido a
mirar en las mañanas,
cuando la luz del
día abre las sensaciones,
la gracia que
despiertan mariposas y flores
y aún tengo en
comodato algunas ilusiones.
Vivo feliz a veces
y otras tantas con penas,
es pobre mi
bagaje, pero me basta y sobra
para morir un día
sin poner resistencia,
al no tener
riquezas, ni títulos, ni honores
comprendo que es
más fácil aceptar el olvido.
El consumo
insaciable
de este mundo
avariento
hace al hombre una cosa
y al confundir sus
roles
modifica sus goces.
Así pasa sus días
sin valorar el
tiempo,
es sólo militante
de lo que es
servidumbre
arrastrando
cilicios.
Encerrado cual
pájaro
el confunde sus
gritos
con armónico canto.
Se aleja de las
flores
y prefiere segarlas
para aumentar su
ego
embebido de aromas
de perfumes efímeros.
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