Por Paula Pimentel
Luciano Arruga era un joven de 16 años, que vivía en el Barrio 12 de Octubre de Lomas del Mirador, una manzana con casas precarias, rodeada por los chalets de los vecinos de mejor posición económica.
Había dejado de estudiar y cartoneaba para ayudar a su mamá y sus dos hermanos más chicos. Motivado por su hermana, Vanesa Orieta, tenía pensado retomar sus estudios y dedicarle el título a ella. Su hermana adorada, cuyo nombre lo llevaba tatuado en su cuerpo.
Antes de contar lo que sucedió la madrugada del 31 de enero de 2009, hay que contar que Luciano fue víctima de lo que padecen cientos de jóvenes, la “criminalización de la pobreza”. Era pobre, usaba gorrita y se juntaba con sus amigos en la esquina; la policía consideró que reunía las condiciones necesarias para ser un pibe chorro, para que robara para ellos. Y así se lo ofrecieron.
Y acá comienza el “caso Luciano Arruga”, ese pibe que dijo que no, que no robaría para la policía, sus objetivos eran otros: terminar el secundario, laburar, formar una familia, o cualquier cosa, cualquiera, menos lo que le sucedió aquella noche.
Luego de negarse a robar para los uniformados –aquí quisiera detenerme para que reflexionemos sobre esta conjunción de palabras. Robar para los uniformados. Delinquir para quien se llama protector de la ley y la seguridad de los ciudadanos. Nunca, pero nunca, leamos esta frase sin detenernos en ella, espantarnos, putearlos. No podemos naturalizar tal aberración-, Luciano comenzó a ser detenido de forma sistemática. Lo interceptaban en la calle y le decían: “Negrito de mierda vas a terminar en una zanja”, apuntándole con un arma en el pecho.
En septiembre de 2008, Luciano fue detenido y llevado al Destacamento Policial de Lomas del Mirador, dependiente de la Comisaría 8º. Allí fue golpeado salvajemente y humillado. Cuando su hermana y su mamá lo fueron a buscar, Luciano, desde la cocina donde estaba detenido, les gritaba que lo sacaran de ahí, que lo estaban cagando a palos. Aquella vez salió.
Pero la madrugada del 31 de enero Luciano no volvió a casa. Se calzó su campera de jean, su gorra y salió. Algunos testigos afirman haber visto como uniformados lo subieron violentamente a un patrullero.
Meses después, las pericias indicaron que efectivamente, Luciano estuvo en ese patrullero, conducido por efectivos del Destacamento. Un Destacamento que fue instalado en 2008, por los pedidos de más seguridad de los vecinos de la zona.
Lo que sigue es la lucha, el desamparo, Luciano ausente y el Estado también. La causa está caratulada como “averiguación de paradero”, como si Luciano estuviera perdido. Incluso podemos ver su imagen junto a personas perdidas en las publicidades por televisión.
A pesar de que son sobradas las pruebas que indican el secuestro -los libros de entradas del Destacamento fueron adulterados, por ende, como allí supuestamente no estuvo, se puede afirmar que fue secuestrado por la policía-, la tortura, la muerte –dos presos declararon haberlo visto moribundo en una celda de la Comisaría 8º- y la consecuente desaparición, a pesar de todo ello, la causa sigue mal caratulada, los ocho policías implicados están en funciones en distintas comisarías de La Matanza y se han perdido días claves de la investigación por la inoperancia y complicidad de la primer fiscal del caso, Roxana Castelli –que como bien dice Mónica Alegre, mamá de Luciano, “la fiscal lo hizo desaparecer 45 veces, una por cada día perdido”-. Una de las consignas de Familiares y Amigos de Luciano Arruga, era el cierre del Destacamento. Esa fue la única victoria concreta y tangible del caso. En diciembre, el Intendente Fernando Espinoza debió ir a cerrar lo que él mismo había abierto. En poco tiempo, comenzará a funcionar allí el Espacio para la Memoria Social y Cultural Luciano Arruga.
En el caso interviene un abogado de la APDH (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos) de La Matanza, y abogados del CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales). Con el apoyo de otros organismos de Derechos Humanos, como Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia) encabezado por el Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, partidos de izquierda y organizaciones sociales, la lucha está más firme que nunca.
Hoy, 31 de enero de 2012, se cumplen 3 años del caso más vergonzoso de la Provincia de Buenos Aires, la desaparición de un joven, con la carga social, cultural y política que tiene este término en nuestro país. Luciano está desaparecido. Son muchas las palabras de este relato que no debemos naturalizar. Porque nadie puede considerar normal no saber dónde está su hijo, su hermano, su amigo. No tenerlo en un lugar físico y convivir con la incertidumbre y el desconcierto. Y decía, un caso de la Provincia, que, sin embargo, el Gobernador, el responsable número uno de todo lo que sucede en el territorio, no hizo eco jamás de lo que sucedió con Luciano. Daniel Scioli no recibió nunca a la familia, no mencionó nunca su nombre en un discurso, colaborando de esta manera con la desesperación de una familia que no pide más que saber qué sucedió con un chico de 16 años, y con el desamparo de un Estado que no sólo no te ayuda, sino que te ignora.
Quienes se comprometieron con esta causa, desde lo territorial, desde lo legal, desde lo social, lo militante, desde las palabras, desde lo cultural, lo afectivo, entendemos que es un apoyo incondicional ante un panorama que viene lento, pero firme. Ante un reclamo que logró llegar lejos, y logrará más aún. La consigna es clara: aparición de Luciano, Justicia y castigo a los culpables. Porque nadie puede secuestrar, torturar, asesinar y desaparecer a un chico, y seguir paseando por la vida como si nada.
LUCIANO (Historia Imaginada)
Si tengo que robar lo voy a hacer
para mi libertad, no para el juego
tramposo de la saña genuflexa
sostenida por dadivas lascivas de
proxenetas, políticos y jueces
rufianes del dolor y el atropello.
Yo aprendí de muy niño a ser pobre,
y conocí el silbido de mis tripas
antes de ser canción al soplo de mis labios.
Pero tomé conciencia y supe que mis males
no importan a los grandes privilegios.
Por eso no comprendo tu postura:
¡eres necio!... guardían de la riqueza.
¿ Por unas pocas migajas del sistema,
es que a tu propia clase la desprecias?
Querés hacerme cómplice del robo
para el pozo común de los sicarios
y ejerces la amenaza, la tortura,
con esa autoridad de uniformado
¡ridículo pretor de la avaricia!
¡Ay...! ¡no cederé al dolor...endriagos asesinos!
Aunque la llaga abierta me consuma
no les daré ese gusto, mercenarios...
yo soy sangre de un pueblo marginado
y el día que decida rebelarme
será contra las manos que proponen la muerte
de los pobres, que son nuestros hermanos...
¡Ay... Demonios adiestrados!
¿No lo ven en mi sangre?, yo vengo de una herencia maltratada?
Quedaran en la historia
cual perros sanguinarios que custodían
los ávaros impulsos de los dueños
de toda la mentira plutocrática.
¡Ay...! ¡Sólo los sacia la sangre de los pobres
y el insulto del rico los detiene!
¡Monigotes ajenos al amor y a la piedad...!
Vuestro odio no podrá silenciarme,
Mi sangre señalará toda la infamia,
mi grito proclamará la lucha
mi futuro no podran detenerlo
mi futuro... ¡despertará en el pueblo!
Arribaré a ese alto grado que el CHE refirió un día:
"Compañeros: SI fuéramos capaces de unirnos
que hermoso y que cercano nos sería el futuro".
José Enrique Paredero
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