martes, 28 de junio de 2011

Recuerdos de la infancia


"No hay nada más elevado, más poderoso, más útil que un buen recuerdo de la infancia; el hombre que logra reunir muchos, esta salvado para toda la vida. Pero uno solo basta." Dostoiesvski.


Han pasado tantos años
y sin embargo el olvido
no ha borrado en mi memoria
a la querida "Chulenga"

Tres niños en el Pescante

Tres niños en el pescante
sobre un horizonte abierto
y mil estrellas lejanas
unidas en un concierto
protagónico de luna.

Ramón llevaba las riendas
y en la brasita encendida
del amor y del silencio 
hilvanaba un hilo de humo
que nos acercaba al cielo.

En los ejes de las ruedas
un coro de sapos libres
nos despertaba los sueños
mientras el sulky tiraba
nuestra querida Chulenga.

Tres niños en el pescante
con destino a "Lucía Elena"
para iniciar las vivencias 
de un tiempo de vacaciones
con alas de plumas nuevas.

De la pechera colgada
brillaban las fantasías
y en esa escenografía,
tres niños en el pescante
colmados de picardía.

Tiempo de feliz estancia.
Nuestra querida Chulenga,
tu trotecito, tu calma,
es hoy galope en mi pecho
y regocijo en mi alma.



Refugio
                                                                                             
Yo viví en un edén donde las flores
de pétalos más tersos y más bellos
ofrecían su néctar a las aves
y de tu mano conocí en las tardes
mariposas y pájaros silvestres,
gocé sus vuelos y comprendí en sus alas
la libertad de mis mejores sueños.
Por eso en este enero que me aleja
de tu franca sonrisa y tu mirada
tengo una pena inmensa que me aqueja
y roba de mis ojos una lágrima.
Tanta es la gratitud a tu ternura
que la congoja me ha inundado el alma.
pero tengo por siempre ese refugio
sublime de ilusiones infantiles
que tu muerte no pudo arrebatarme.



Copyright2011 - José Enrique Paredero




Manisero

Como un duende prendedero
anda rondando en mi alma
una imagen del olvido:
Narciso Blanco, del pueblo,
del pueblo en que yo he nacido
esta volviendo en recuerdos:
Maniseee...rooo...Maniseee...rooo...                                     

En voz baja balbucea
y en la canasta de mimbre,
con su latita tiznada
va dejando oír su timbre
al son de aquel golpeteo:
Maniseee...rooo...Maniseee...rooo...

Diez centavos la latita
es una justa medida
para revivir los sueños,
los sueños y la alegría.
Diez centavos y el bolsillo
del niño pobre del pueblo
colmado de fantasía.

Maniseee...rooo...Manisee...rooo...
está crujiendo la cáscara
de tu maní entre mis dedos
y te veo andar mis calles
Narciso Blanco te veo
con tu canasta de mimbre
Maniseee...rooo...Maniseee...rooo...




Copyright2011 - José Enrique Paredero

2 comentarios:

  1. Bueno, jo, veo que echaste mano a los beneficios del blog y hasta compruebo que fue temprano. Avanti piu, entonces. Herramienta en mano siempre. Carlos

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  2. Jose, gracias por hacernos sentir feliz en los recuerdos de nuestro querido Pasteur.-

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