La sonrisa no
asoma a tu mejilla
ni la salada
lágrima la moja,
al sonido tu
oído lo despoja
y tus ojos no
ven la maravilla.
Ya no eres la
muñeca que sencilla
delineaba en
sus labios una hoja
llamativa
señal húmeda y roja
atractiva al
amor y a la cotilla.
Si lo que fue
un amor lo llevo el viento
y otra flor lo
sedujo con sus galas
no pierdas la
energía de tu aliento,
no bajes la
belleza de tus alas.
En busca del
color de tu plumaje
ha de llegar,
lo sé, con nuevo traje.
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