Dedicadas a Juan José Molina
En un
arpegio las cuerdas
se asimilan
a un bagual
y en un
canto sin igual
no andan con sus notas
lerdas
presionadas por la
izquierda
pulsadas por la derecha
el cantor las aprovecha
y su sombrero reclina
porque va hablar de Molina
con quien la amistad lo
estrecha.
Allá por su adolescencia,
de Tejedor para Alvear,
él comenzó a transitar
la senda de la experiencia
que es de todo hombre la
esencia
para poder madurar.
Después se fue a conchabar
a Las Lilas e’ cocinero,
pelando papas el día
entero
se la solía pasar.
Y fue creciendo el paisano
a veces, discutidor,
por eso algún sinsabor
lo puso de contramano
y el terreno que era llano
se le fue haciendo
escabroso
y comenzó a hacerse mozo
sin trabajo duradero,
mucho sudor y el dinero
cada vez más resbaloso.
Así mudó en mil oficios
en el terreno campero
fue alambrador y puestero
peón en tiempos no
propicios
y hasta creyó en
maleficios
por todos los sinsabores,
pero al final los dolores
fueron de a poco
amenguando
y las penas transmutando
pasaron a ser amores.
Y por asunto casual
se arrimó para el poblao
ya con caballo ensillao
se hizo peón municipal.
La pobreza no fuel tal
y junto a su compañera
con una ilusión señera
el rancho fue levantando
porque venían asomando
brotes de su sementera.
Un paisano de verdad
ha sido José Molina
hoy ya llegando a la cima
va por la tercera edad,
lejos de su mocedad
sigue siendo changador,
recolector, leñador
proveedor de los fogones
pa alimentar los pichones
que ha gestado con amor.
Junta metal y botella
oficia de jardinero
en junio como en enero
la interperie no lo mella
a las horas las desuella
para agrandar el jornal
y sin fiesta bacanal
sabe gozar su descanso
y un asao junto al remanso
lo alivia de todo mal.
Su catanga está achacada
sin frenos, sin dirección
el asiento sin colchón
y las ruedas desbocadas,
con caja e’ leña cargada
va Molina, y su gorrito
asoma apenas, poquito
donde nace el parabrisa
y en un gesto de sonrisa
saluda con su manito.
“No es así” suele decir
si alguien plantea la
injusticia
y las manos se acaricia
pensando en el porvenir,
su dedo al ir y venir
le dice ¡no! al atropello
nunca le ofrece su cuello
a quien lo quiera enlazar,
salta pa no tropezar
cuando ve cerca el
degüello.
Alborota al paisanaje,
si se entera que hay
domada
es una cita obligada
con gente de su linaje.
Se empilcha con otro
traje,
se pone nueva gorrita
a “Sanfilipo” lo invita
y en el “fito” colorao
ya con el “Tito” cargao
toma rumbo a la domita.
Cual el giro de una noria,
perseverante en mi canto,
en estos verso levanto
y no se tome irrisoria,
una pueblerina historia
de un hombre trabajador.
A Molina doy honor
como miembro de esa clase
que nace muere y renace
dispuesta a entregar amor.
Jose.Hermosa obra dedicada al gran amigo Molina.Mejor imposible describirlo.Un abrazo.gracias por todo y por tu amistad.
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