Fotografía otoñal
Cuando el viento pierde las mariposas
y hace danzar las hojas desprendidas
en vuelo natural hacia la muerte,
es tiempo de lirismo: El poeta
añora los amores que ha perdido,
la sangre corre lenta por las venas
y el alma inunda de melancolía
porque el pétalo mustio se deshoja,
porque seca la rama se desgaja
y el verde en el marrón va transmutando
las despobladas cumbres del follaje.
Alguien lleva un amor entre sus manos
y en el diafragma abierto de su ojos
el color del otoño reconoce.
Con el disparador graba la imagen
y queda en el papel eternizado
el dorado color de ese paisaje.
Otoño
El sol plasma tu imagen bifurcando el camino
y macilento apenas, sin pájaro y sin nido.
Andan tus hojas muertas ya en el fin del destino
robándole al estero su espejo cristalino
y en su mustio acolchado te reflejas dormido.
Y tus gajos desnudos con el color del duelo
añorando sus hojas, en sombras se han unido
con el follaje muerto desprendido del cielo
que el otoño mezquino ha dejado sin vuelo
al secarse sus alas por el amor perdido.
Otoño II
Por años andados
siento que los días
grises del otoño
ya no tienen fin.
El sol de mi sangre
unas pocas flores
de pobres colores
abre en mi jardín.
Mas los picaflores
no beben su néctar
ni posan las alas
hoy las mariposas.
Su débil aroma
no atrae las abejas
inerte es el polen
para fecundar.
Y cuando los vasos
agoten la savia
las inflorescencias
secas en el viento
mostrarán la imagen
de coreografía
como despedida
al último amor.
Después mi mirada
opacada y triste
no hallará belleza
en el cadencioso
femenino andar.
Sólo habrá un recuerdo
de aquellas muchachas
que en mi fantasía
de la pubertad
soñaba en amar,
sin pensar entonces
que el nácar brillante
de los epitelios,
igual que los pétalos
de los crisantemos,
mustios con el tiempo
iban a quedar.
Otoño
El sol plasma tu imagen bifurcando el camino
y macilento apenas, sin pájaro y sin nido.
Andan tus hojas muertas ya en el fin del destino
robándole al estero su espejo cristalino
y en su mustio acolchado te reflejas dormido.
Y tus gajos desnudos con el color del duelo
añorando sus hojas, en sombras se han unido
con el follaje muerto desprendido del cielo
que el otoño mezquino ha dejado sin vuelo
al secarse sus alas por el amor perdido.
Por años andados
siento que los días
grises del otoño
ya no tienen fin.
El sol de mi sangre
unas pocas flores
de pobres colores
abre en mi jardín.
Mas los picaflores
no beben su néctar
ni posan las alas
hoy las mariposas.
Su débil aroma
no atrae las abejas
inerte es el polen
para fecundar.
Y cuando los vasos
agoten la savia
las inflorescencias
secas en el viento
mostrarán la imagen
de coreografía
como despedida
al último amor.
Después mi mirada
opacada y triste
no hallará belleza
en el cadencioso
femenino andar.
Sólo habrá un recuerdo
de aquellas muchachas
que en mi fantasía
de la pubertad
soñaba en amar,
sin pensar entonces
que el nácar brillante
de los epitelios,
igual que los pétalos
de los crisantemos,
mustios con el tiempo
iban a quedar.
Hola José, muy buenas, en especial la primera y la última que me gustaron más.
ResponderEliminarAparte, antes tenías más pelo!
Un abrazo grande!
Ariel, soy tan noble como un árbol y ami también se me caen la hojas en otoño.
Eliminar