Tengo un
chingolo amigo…
Él habita
la tierra que yo habito
y come las
semillas que yo siembro.
En un “copo
de nieve” hace su nido,
revolotea
en el verde jardín
y con su
humilde trino expresa su alegría.
Es más
feliz aún en primavera
pues sabe
que su hembra
incuba la
esperanza
y algún par
de pollinos de su especie
ampliará su
familia pajarera.
En los años
pasados, en verano,
lo observé por las tardes
sin saber
de avaricias, de rencor ni de quejas
gozar su
auto eficiencia alimentaria
fiel al destino
de su naturaleza.
Con su
inocencia alada y libertaria
lo he visto pico a pico, en su inocencia,
a un
polluelo de torda dar sustento,
pues la
hembra holgazana fue a su nido
y le dejo
su huevo para empollar la herencia.
Un hermanastro fue de "chingolitas" crías,
lo alimentó el chingolo sin hacer diferencias.
A juicio del humano: pobre de picardía.
Tal vez, sabía el chingolo, aun viendo el dimorfismo,
que nunca
habría conflictos por su herencia.
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