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foto de www.juventudrebelde.cu |
Cuando el candil alumbra
mi memoria
la imagen de tus manos se
ilumina
con sus falanges blancas y
delgadas
sobre un pupitre viejo y
percudido.
Te recuerdo cual niña
ilusionada
a la espera del tiempo de
un amor…
La amistad no nos daba ese
permiso
mas, nos dejó
señales al futuro.
Amamos y soñamos en otras
sintonías
sin perder la frecuencia
en nuestro dial
y, un día… despertamos con profundo dolor,
ahogábamos en lágrimas
que solo proponían
ausencia y desazón.
Luego nos reencontramos y
los dos,
aún con penas de vigencias
eternas,
tuvimos el encanto
en las señales
que el pasado dejó
augurando el destino de un
amor.
Entonces vi tus manos y
las sentí tan mías
que anhelé tu caricia, tu
caricia perdida.
Cada uno tenía una llave
maestra
para abrir los secretos de
nuestros corazones
que guardaban celosos esa
vieja señal:
“Había
llegado el día de vivir nuestro amor”…
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