Foto: aztecasonora.com |
Hay un ladrido sordo entre las hojas
que llega a los oidos de la barra
y la nostalgia ahoga los respiros.
Nadie sabe el destino que elegiste:
¿Para asentar por siempre tu osamenta
y dejarnos ajenos a la pena
decidiste borrarte de la calle?
¿O añorando caricias de la vieja
que te abriera las puertas de este barrio
olfateaste sus pasos y partiste?
Hay un grito intestino: ¡Tuca...Tuca...!
como una contrición de las entrañas
que pesa en los purretes de la cuadra
transformándose en eco de la fábrica.
En el aliento fresco de las tardes
jadeante, juguetón, empecinado,
un duende callejero se presenta
a morder la pelota en el picado.
¡Tuca! ¡Tuca! ¡Tuca!.. ¡Te extrañamos!
le falta tu ternura a nuestras manos.
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