Cuanta guitarra anduvo enseñoreada
junto a ese estilo llano de tus versos
mostrando en los arpegios el quebranto
del personaje simple de tu pueblo.
Cuanta copa de vino fue en tu sangre
la calma de la pena que te ahogaba
por un amor, tal vez, que te fue esquivo
o el vil maltrato al hombre de trabajo.
Cuanta añoranza en la musa enamorada
por ese desarraigo al trasnochado
boliche donde el canto y la poesía
era el cenáculo de los olvidados.
Son las estrellas luces de tus sueños
no dejan de alumbrar tus ilusiones
yo me siento tu amigo, como tantos
han oído en tu canto las verdades,
vivencias de tu pueblo que es el mío,
nos ensució de niños con su barro
y ese barro marcó nuestro destino.
Has contado su historia a tu guitarra
y en ese sortilegio que da su melodía
fuiste escultor de tantos personajes
con sus gestos de amor y de hidalguía
los duendes que en el aura del paisaje
nos dan la identidad, con alegría.